Se conoce como hábitos lesivos o deformantes aquellos que interfieren en los patrones normales de crecimiento y desarrollo del macizo cráneo facial y que se adquieren por la práctica repetida de un acto que no es funcional ni necesario. Entre los más conocidos en odonotología se encuentran:
A) La succión digital, sea de uno o de varios dedos;
B) La deglución atípica;
C) la respiración bucal;
D) La onicofagia;
E) La quelitofagia;
F) La mordedura de objetos sólidos con los dientes;
G) Las posturas inadecuadas.
Estos hábitos constituyen factores que pueden afectar el desarrollo del sistema estomatognático en detrimento de la estética y de la función del mismo. Se sabe que eliminar hábitos adquiridos puede ser una tarea difícil, pero los odontólogos están capacitados para hacerlo, aunque deben ser apoyados por los padres para obtener y mantener la confianza del niño y desarrollando, de ese modo, una relación de mutuo respeto, que es la base de una correcta atención.
En ocasiones el hábito es el reflejo de trastornos mayores desde el punto de vista psicológico, por lo que en esos casos será necesaria la derivación a un personal calificado en esta esfera, como son los psicólogos y/o los psiquiatras. En cualquier caso, es importante que los padres sean conscientes que pretender la eliminación de algunos de estos hábitos deformantes antes de los 3 a 4 años de edad no es aconsejable, ya que suelen desaparecer por si mismos, y con una conducta autoritaria, se podría ocasionar el resultado contrario.
Para evitar la succión del dedo en niños pequeños, se aconseja que la alimentación materna durante los primeros meses de vida del niño no sea prolongada innecesariamente; no llevarle el dedo a la boca para evitar que llore; propiciarle el debido calor materno; y evitar problemas familiares en presencia del niño. En niños con tendencias a succiones vigorosas, tratar de sustituir el dedo por un chupete que es menos perjudicial y más fácil de controlar, ya que el dedo acompaña al niño a todas partes y es de consistencia más dura que el chupete y al interponerse entre los dientes de forma continuada sus efectos son más graves y difíciles de solucionar.
La deglución infantil se produce cuando los niños mayores siguen colocando la lengua entre los dientes para tragar, como cuando lo hacian siendo bebé. Además la mandíbula sigue siendo estabilizada por los músculos faciales, específicamente el buccinador. Es necesario que los niños mayores aprendan cómo se debe colocar la lengua a la hora de deglutir, porque de lo contrario se corre el riesgo que se convierta en un adulto sin saberlo y las consecuencias serian mayores.
La respiración bucal se produce porque existe un impedimento a nivel nasal que no permite el paso del aire a través de las fosas nasales. Puede ser de tipo orgánico o funcional y sus causas pueden ser transitorias, como sucede con la obstrucción nasal durante un refríalo común; de tipo estacional, si se produce por una rinitis alérgica durante la primavera; y de tipo crónicas, por obstrucción de las vías aéreas superiores o inferiores. En las vías superiores existen vegetaciones adenoideas, atresia de las coanas, hipertrofia de cornetes nasales, pólipos, desviaciones del tabique nasal, fracturas nasales y malformaciones óseas. En las inferiores puede ser causada por hipertrofia de amígalas palatinas. En algunas circunstancias, se presentan pacientes que respiran por la boca sin causas aparentes debido a la persistencia de hábitos incorrectos en la función de los músculos respiratorios, o debido al mantenimiento de posturas viciosas.
Si bien el odontólogo puede reconocer a un paciente con respiración bucal por las características faciales del mismo, es recomendable que sea el médico el encargado de realizar el diagnostico definitivo y, una vez eliminadas las causas, el paciente podrá regresar al odonotólogo para el realizar el tratamiento correspondiente para eliminar las secuelas que dejó la respiración bucal. Es importante recordar que es una identidad muy deformante y que el diagnóstico temprano resulta muy valioso, porque de este modo se pueden evitar las deformaciones faciales.
La queilofagia consiste en la moderdura de los labios y en su succión. En muchas ocasiones, con una explicación es suficiente para que el niño abandone el hábito y, de este modo, las consecuencias del mismo.
La onicofagia consiste en morderse las uñas y cortarlas con los dientes. Es un hábito que puede acentuarse durante la adolescencia asociado, en apariencia, al alivio de tensiones. Es cualquier caso, es necesario que el paciente comprenda sus efectos adversos y que, de padecer de stress juvenil, busque otras vías de aliviarlo, por ejemplo, mediante la actividad física como la práctica de deportes.
La mordedura de objetos sólidos con los dientes nunca es aconsejable. Suele verse con frecuencia en estudiantes que muerden su lápiz, en las costureras que sostienen los alfileres y cortan los hilos con sus dientes, en los carpinteros que sostiene los clavos entre los dientes, etc. Estos hábitos suelen causar desgaste en los dientes, afecciones periodontales y son capaces de producir movimientos dentales desfavorables. La eliminación de éstos hábitos está indicada por los odontólogos.
Las posturas inadecuadas ejercen presiones incorrectas sobre los maxilares y suelen adoptarse durante el sueño, por ejemplo, la colocación de la mano debajo de un lado de la cara para dormir o la colocación de muchas almohadas. También se suelen adquirir al sentarse, por ejemplo, al leer apoyando la mano para sostener la cabeza. Esto provoca que el peso de la cabeza se traslade a los tejidos de la región maxilar al no ser sostenida debidamente por la columna cervical y los músculos del cuello y la cintura escapular. Los dientes maxilares, por lo tanto, sufren una inclinación palatina, ocasionando una oclusión cruzada posterior. Casi siempre cuando se les explica las consecuencias de sus hábitos a los pacientes, éstos suelen abandonarlos al adquirir el conocimiento necesario para poder evaluar el daño que les ocasiona.